Ajuste sin fin: la economía no encuentra rumbo y la deuda se dispara

Nada parece alcanzar. Nada parece ser suficiente para estabilizar el barco de la economía argentina. Se esfumó aquel brillante superávit comercial de 18.000 millones de dólares, se diluyó la abultada masa de dinero proveniente del primer blanqueo, y también se agotó el exótico préstamo del FMI, otorgado por fuera de todas las reglas tradicionales del organismo.
A esto se suma el ajuste implacable: se recortaron fondos destinados a las provincias, a la educación, a la salud, a la obra pública, a la ciencia y tecnología, a los ministerios, secretarías y subsecretarías. La motosierra no distingue áreas sensibles, y aún así, el ajuste continúa a toda marcha.
Pese a todo, no se acumularon reservas en el Banco Central, y el Gobierno no podrá cumplir con el primer compromiso asumido con el Fondo Monetario Internacional. Será necesario pedir una dispensa, en plena cosecha gruesa que, gracias al clima, es récord.
¿Y ahora? Resulta que el país necesita salir a buscar financiamiento en organismos internacionales y privados, porque tampoco alcanza. El riesgo país se mantiene en niveles altísimos, sin señales de descenso. Por lo tanto, cualquier nuevo crédito será extremadamente costoso y deberá tomarse con garantías reales.
La deuda externa ha crecido de manera alarmante. En apenas 17 meses de gobierno de Javier Milei, se incrementó en más de 100.000 millones de dólares. Mientras tanto, la gran mayoría de la población atraviesa una crisis social profunda, con hambre y sin horizonte claro.
Es momento de reaccionar. La situación, así como está, no da para más.